martes, 26 de mayo de 2009

Inmigración


En unas pocas décadas, España ha pasado de ser un país emisor de emigrantes a ser receptor de un intenso flujo migratorio. A partir de 19, con la crisis del petróleo, la emigración de españoles al extranjero empezó a dejar de ser significativa y se produjo el retorno de muchos emigrantes españoles que se mantiene hoy en día (incluyendose las nuevas generaciones de estos nacidos en el extranjero en posesión de la nacionalidad española), se cree que ha sido forzado por el descenso del atractivo laboral de los países de acogida y otras relacionadas con asuntos de pensión de vejez. El restablecimiento de la democracia coincidió con una fase de relativo equilibrio en los saldos migratorios netos, que se prolongó hasta mediados de la década de los noventa.
En la actualidad se piensa también que las nuevas generaciones de españoles nacidos en el extranjero retornan debido principalmente a un sentido más favorable de la relación trabajo-valor que resulta más atractiva por el Euro comparandolo siempre desde países no comunitarios donde el Euro es altamente cotizado. Junto con el dinamismo que ha mostrado la economía española desde entonces, se cuenta el fuerte crecimiento de la inmigración no española. Desde el año 2000, España ha presentado una de las mayores tasas de inmigración del mundo (de tres a cuatro veces mayor que la tasa media de Estados Unidos, ocho veces más que la francesa. En 2005 sólo superada en términos relativos en el continente europeo por Chipre y Andorra ).
En la actualidad, sin embargo, su tasa de inmigración neta llega solo al 0,99%, ocupando el puesto n° 15 en la Unión Europea. Es además, el 9° país con mayor porcentaje de inmigrantes dentro de la UE, por debajo de países como Luxemburgo, Irlanda, Austria o Alemania. España es, además, el décimo país del planeta que más inmigrantes posee een números absolutos, por detrás de países como Estados Unidos, Rusia, Alemania, Ucrania, Francia, Canadá o el Reino Unido. En los cinco años posteriores, la población extranjera se había multiplicado por cuatro, asentándose en el país casi tres millones de nuevos habitantes. Según el censo del 2008, el 11,3% de los residentes en España era de nacionalidad extranjera.

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